Si la vida te da limones

Dicen que si la vida te da limones, haz limonada. En ese caso Bernard tendría la mejor limonada de todo Togo. En un lugar donde las oportunidades escasean, él nos enseña a valorar las cosas tal y como vienen. Y más que las cosas, la gente. Lo que de verdad importa.

¿Tuviste que dejar el colegio y empezar a trabajar a los 15 años, ¿cómo se hace uno mayor siendo tan niño?
En África es muy difícil estudiar si tus padres ya no están. Mi padre murió cuando yo tenía 15 años y alguien tenía que continuar trayendo comida a la mesa. Es pura supervivencia. Te tienes que lanzar y adaptarte a lo que venga. Yo no elegí ser chófer pero la vida te va llevando por un camino. Es cuestión de afrontarlo de forma positiva e intentar sacar siempre el lado bueno.
Me hubiera gustado ser doctor o enfermero, algo relacionado con la salud. Ahora me gano la vida de manera digna y puedo mantener a mis hijos. Me esfuerzo para que estudien, quiero que tengan una vida mejor, con más oportunidades.

En la vida no hay que quedarse estancado en las cosas malas que nos pasan. Todo se cierra. Todo sana. Todo puede mejorar.
¿Tienes hijos? Cuéntanos algo más sobre tu familia?
Sí, cuatro. Mi esperanza siempre ha sido mantener a mi familia unida, seguir todos juntos. Mi mujer nos abandonó. Ahora ya no me da vergüenza contarlo, pero en mi país y muchos sitios de África, cuando la mujer abandona al hombre es una especie de deshonor. Sobre todo si se está muy enamorado como lo estaba yo. Pasé a estar solo, no dormía, mi vida se paró.
Aunque sufrí mucho ya lo he superado. Porque en la vida no hay que quedarse estancado en las cosas malas que nos pasan. Todo se cierra. Todo sana. Todo puede mejorar.

A eso en España se le llama ver el vaso medio lleno. Mantener el optimismo aunque la vida no te vaya como tú quieres.
A mí siempre me verás sonriendo. Es lo que intento transmitir a mis hijos. Cuando las cosas no van como esperas, lo ves todo muy gris y te enfadas, dejas de lado las cosas importantes.
Se piensa que los hombres no sufren cuando los abandonan, pero no es así. Cuando el amor de tu vida, tu mujer, se va así de golpe sin explicación alguna, es muy duro. Pasas de una casa llena de ruido y amor, al silencio. Un silencio que ahora tienes que llenar tú, con tus hijos, mientras te curas por dentro. Eso es muy duro. Pero cuando pasas el duelo te das cuenta de que lo importante sigue cerca, tus hijos, y sobre todo, tu amor propio. Hay que recuperarse y levantarse. Hay que volver a quererse más que antes. Evolucionar y pelear.


Para eso hace falta ser fuerte y esforzarse mucho.
Creo que son dos cosas diferentes. Puedes ser muy fuerte y no esforzarte. Yo me esfuerzo con mis hijos para que estudien. Quiero que tengan una vida mejor.
¿No querías ser chófer? Antes comentabas que no elegiste tu profesión.
Empecé por casualidad, pero desde el primer día intenté hacerlo lo mejor posible y aprender. Siendo chófer he podido ver a mucha gente distinguida, como ministros, que igual no hubiera podido en otro trabajo. Así que he tenido suerte de conocer a personas que nunca me hubiera imaginado, gracias a mi trabajo. Y al final aquí estoy, trabajando con la DAWH (Deutsche Lepra- und Tuberkulosehilfe e.V.) y Fundación Anesvad desde hace dos años ayudando a mejorar la salud de mucha gente en mi país.
El esfuerzo tiene recompensa. Si trabajas duro, eres respetuoso y educado con todas las personas, puedes desenvolverte en cualquier lugar.

¿Qué consejo vital le das a tus hijos que puedas contar al resto de jóvenes?
¿Un consejo vital? Pasa tiempo con tus hijos. Con tu gente. Invierte en su educación, cuídalos, y mantente unido a ellos siempre. Para mí eso es suficiente para ser feliz. ¡Y aprende a ser feliz con lo que tienes!
