Victoria está orgullosa de ella misma. Tiene razones para estarlo. Su historia es una historia de lucha. Contra su familia. Contra su jefe. Contra el cáncer. Contra una sociedad que no estaba preparada, ni lo está aún, y ha salido vencedora.

Conoce a Victoria García

Victoria, la mediana de cinco hermanos, nunca fue la predilecta de la familia. De eso se ha dado cuenta ya de adulta. En las fotos, su madre aparece con su hermana en brazos y mirándola con un cariño que no tuvo para Victoria.

Trabajó como auxiliar en el Registro de la Propiedad y ahí empezó un calvario que duró demasiados años. Su jefe le hizo la vida imposible. Recibió amenazas, coacciones y vejaciones.  Ella luchó por sus derechos y fue ignorada en una época en la que era obligatorio ir a trabajar con tacones y falda corta. Fruto de toda esa tensión, le surgió un cáncer que, por fortuna, ha superado.

Hasta hace poco llevaba en el bolso la carta que le mandó su jefe para amenazarla. Denunció y ganó el juicio. Ella dice que ahora puede hablar de ello sin llorar y que eso es un triunfo. Pero el triunfo es llevar la cabeza muy alta porque con su lucha ha contribuido a un mundo más justo.

Te fuiste muy pronto de casa, Victoria

Sí, me fui con 18 años porque no aguantaba el ambiente de casa, aunque vivía en una familia acomodada. Mi padre tenía una serie de depresiones. Un día me montó un cirio que no tenía sentido y dije que ya era suficiente. Luego lo pagué en el trabajo. Al estar sola, como saben que no tienes ningún vínculo, es más fácil manipularte. Ahora hay más medios para reclamar tus derechos, pero por aquel entonces no los había.

 

¿Cómo te manipulaban?

Llegué a denunciarlo en el Instituto de la Mujer, pero de ahí me derivaban al colegio de abogados. Y, claro, yo estaba sola, aislada de mi familia. No podía hacer nada. A las empleadas no nos dejaban hablar entre nosotras y mi sueldo consistía en ir mesa a mesa en el Registro de la Propiedad y cada uno me daba en un sobre la cantidad que quisiera. Date cuenta de que era la época en la que la mujer no podía salir sola y no podía firmar casi ningún documento.

 

¿Y tu madre que te dijo al marcharte de casa?

Que hacía muy bien en irme, pero no me dio ni una sábana ni una toalla. Nada. No fue un comportamiento de madre.

LA HONESTIDAD SIEMPRE GANA

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A pesar de las dificultades, ¿cómo seguiste adelante?

Siempre trabajé pensando en hacerlo lo mejor posible y ser buena persona. Eso me ha permitido llevarme un macuto lleno incluso en las peores circunstancias. Al final te das cuenta de que la honestidad gana. Uno de mis jefes quiso echarme porque no estaba de acuerdo con sus prácticas y le denuncié. Me hicieron llegar a un acuerdo antes de llegar al juicio y tuvo que readmitirme.

 

Pero no acabó ahí la cosa…

No, ahí empezaron una serie de actos que me hicieron la vida imposible. Por ejemplo, me mandó una carta sin fecha donde me decía que había provocado vejaciones a mis compañeros y que me prohibía hablar con mis compañeros del mostrador. Hasta hace poco la he llevado conmigo porque no puedo deshacerme de muchos papeles por el dolor que me producía.

 

Toda esa presión te pasaría factura, imagino.

Sí, me diagnostacaron un cáncer. Ahora tengo fibromialgia. Tengo el cuerpo machacado no solo por la presión psicológica, también por la dureza física del trabajo. Era la encargada de llevar al juzgado los tomos con los registros para que los sellara el juez y los firmara. Cada uno era de 250 páginas y cargaba hasta cuatro tomos llevando tacones y con faldita, porque entonces había que ir arreglada.

 

¿Y los compañeros se pusieron de tu lado?

Solamente una compañera que tenía más antigüedad que yo dio la cara. El resto, no. Yo me pregunto dónde está el ser humano en esas ocasiones. La mente puede engañarnos, puede hacernos creer cosas que no son, pero ¿dónde está la parte humana?

 

Gran parte de lo que te sucedió fue por ser mujer, ¿crees que ese machismo va a cambiar?

Difícilmente. Porque lo que hemos ganado por una parte lo hemos perdido por la otra. Ganamos en la emancipación laboral, pero ahora somos esclavas de la casa y del trabajo. Estamos agotadas. Yo estoy agotada. Para las mujeres la vida actual es como ir a las cruzadas.

PARA LAS MUJERES LA VIDA ACTUAL ES COMO IR A LAS CRUZADAS

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Las nuevas generaciones ya no quieren trabajar tanto como las de antes 

Lo entiendo. Esa forma de trabajar fue una manera de reconstruir un país, pero ahora no tiene sentido trabajar así. No hemos nacido solo para el trabajo. Si vives estresado, corriendo de un lado para el otro, no miras la naturaleza, no miras la ciudad en la que vives, no sabes ni con quién te cruzas. Es cierto que esa forma de trabajar nos permitió darle a nuestro entorno unas condiciones de vida mucho más cómodas. Yo lo vendí todo para que mis hijos pudieran estudiar. No necesito nada. No necesito joyas. Las joyas son las personas que se cruzan en tu camino.

 

¿Qué les dirías a los jóvenes?

Por un lado, que tengan confianza en sí mismos. Cuando tienes confianza es posible salir adelante, llegar a buen puerto. También no alejarte de las personas. Somos animales para vivir en sociedad, no aislados. Es fundamental rodearte de buenas personas que te ayuden a salir de los baches. Y confianza en que ahora mismo hay mucho cambio, hay mucha convulsión, pero de esto saldrá algo bueno. Ellos están pagando un precio alto. Hemos hecho una sociedad demasiado cómoda que ha creado mucha desigualdad. Queremos el mejor reloj, el mejor móvil, pero ¿dónde estamos nosotros? Hemos perdido la identidad.

 

Me has comentado que en algún momento pensaste incluso en el suicidio. Los trastornos psicológicos han aumentado mucho entre los jóvenes, ¿qué les dirías a las personas que ahora mismo tienen depresión?

La Seguridad Social, desgraciadamente, no tiene la ayuda necesaria. Fui una vez a la consulta y la psicóloga me dijo que no la entretuviera, que tenía más pacientes esperando. Me sugirió que lo mío se solucionaba por la vía penal. Después busqué una psicóloga particular y fui al grupo de fibromialgia. Tuve la suerte de que podía pagármelo, pero, si no es el caso, hay asociaciones sin ánimo de lucro que te pueden ayudar. Hay mucha gente dispuesta a ayudar.

 

Y tener a amigos cercanos que te escuchen también hace bien, imagino

Sí, lo que pasa es que es más difícil encontrarlos. Escucha hay mucha, pero escucha activa es más difícil de encontrar. Necesitas que te ayuden a salir adelante. Tu amiga te puede escuchar, pero quizá ella no sabe cómo hacer para que mejores. Y el tiempo pasa, y más ahora que los jóvenes lo viven todo muy rápido. Y no está ayudando nada las redes, que son un caos y te dan una imagen idílica que no existe. Por eso hay que buscar ayuda especializada.

 

Cuidamos mucho el cuerpo y muy poco la cabeza

Sí, y la mayor parte de las enfermedades vienen de la parte psicológica. El cuerpo no aguanta más y es cuando la enfermedad se manifiesta.

LAS JOYAS SON LAS PERSONAS QUE SE CRUZAN EN TU CAMINO

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Organización colaboradora Fundación Alicia y Guillermo

Continúa aprendiendo de los que más saben de la vida
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Clase: Paquita Fernández
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